Primeros asentamIentos humanos. Cultura Castreña
O facho
En el extremo occidental de la Península del Morrazo, individualizado de su contorno y elevado sobre el Océano, el Monte del Facho acogió al largo de siglos distintas expresiones de la vida en la comarca, que el sonido también de la Historia de Galicia.
En primer lugar, desde el siglo X A.C. incluso el siglo VII A.C., existió un poblado en la ladera este del que la penas tenemos información salvo la de su excepcional tamaño
A partir del siglo VI A.C. surge el castro galaico, poblado fortificado que subsistirá incluso el siglo I la.C. De él aun podemos ver parte de las murallas, el foso, las piedras que conformaban sus viviendas y que hoy cubren las laderas del monte, las escombreras de basura en las márgenes del poblado o la topografía actual del monte que deriva tanto de la construcción misma del poblado cómo de la configuración natural.
Posteriormente, un santuario levantado sobre la cumbre va a recoger las viejas creencias de quien habían vivido en el castro para dotarlas, al largo de los siglos II al IV d.C., de un joven carácter, ahora marcado polo proceso de asimilación de la cultura latina en la región del imperio romano llamado Gallaecia. inalmente en el siglo XVIII se construye el puesto de vigilancia costera con fines militares del cual pervive la garita.
Aparecieron 161 altares, en el que hace casé dos mil años debió de ser un bosque de aras levantadas sobre la cumbre del monte. (En la fotografía aparece Enrique Massó en 1963 , rodeado de Aras).
Los altares votivos, ara en latín, son los hallazgos más significativos de las excavaciones del Monte del Facho. Su función era ofreciere al dios un pequeño monumento que recoge en una inscripción su condición de exvoto, la divinidad a la que va dirigida y, en ocasiones, el nombre del dedicante y/o los motivos de la ofrenda. Los ejemplos del Monte del Facho constatan la interpretación que hacen el galaicos de los modelos originales romanos. Al lado de escasos ejemplos clásicos, encontramos la reformulación en el ambiente provincial galaico, con variaciones en la morfoloxía y enriquecimiento ornamental hasta llegar después en las últimas fases del santuario la unas formas muy alejadas de los modelos romanos. Un proceso que expresa la creación de una identidad estética y simbólica galaico-romana.
El santuario de Berobreo se disponía en una área en pendiente que circunda la cumbre del monte. Existen restos de columnas que indican la existencia de un edificio, pero hasta ahora sólo conocemos una disposición a cielo abierto de altares que, hincados en la tierra y en grande número, ocupaban buena parte de esa área. Una acumulación que motivó la tendencia de los monumentos a ser estrechos y altos, configurando lo que a la vista parecía un "bosque de aras". Al final de la existencia del santuario, el lugar fue abandonado; las aras irán cayendo y acopiándose, a veces fragmentadas, para permanecer así hasta nuestros días
Imperio Romano
Berobreo: enigmática deidad galaica.
En la colina del Facho , existe un grano poblado del Bronce final, datado entre los siglos IX y VII la.C. En el lado contrario de la colina, aparece un gran castro de la Edad del Hierro, fundado en el siglo VI la.C., que fue abandonado poco antes o poco después de la conquista romana. Y en la croa, un santuario dedicado a un dios del panteón galaicorromano desconocido polos investigadores incluso los años 60: Bero Breo.
No hay interpretación posible para el dios Berobreo que era venerado allí. Todo lo más que figura escrito en las aras es que es un "DiosLlar", es decir, un dios doméstico, local.
El santuario estuvo en activo entre los siglos II e IV d.C.
O Facho fue un gran centro de peregrinación en los siglos II y IV.
En ninguno otro yacimiento de la península se encontró tal número de aras
Aparecieron 161 aras. Algunas las recuperaron Enrique Massó en 1963 y Suárez Marino y su hijo José.
Están depositadas en el museo de Pontevedra y en el Quiñones de León, de Vigo.
El resto de las aras, 119, se descubrieron en las sucesivas campañas realizadas desde lo 2003, en las que participaron un equipo de arqueólogos gallegos y especialistas el Instituto Arqueológico Alemán, con José Suárez a la cabeza.
Los peregrinos subían al Facho y en la cima del monte, y «plantaban» sobre la tierra su ara o altar, una columna de una piedra labrada dedicado al dios Bero Breo, eran altares humildes, que en su mayor parte no superaban el metro de altura, -aunque algunas superan el 1,70-, con inscripciones parcas y concretas. Se le pedía salud.
La inscripción, en latín, es siempre la misma: «Deus lari Berobreo aram posuit prol salute».
Al final de la existencia del santuario, el lugar fue abandonado; las aras irán cayendo y acopiándose, la veces fragmentadas, para permanecer así incluso nuestros días.
Lo que no es leyenda es la herencia que Berobreo dejó a Sano Andrés. Incluso los años treinta del siglo pasado, O Hío era lugar de peregrinación al estilo de Santa Marta o A Pobra, con ataúdes y enfermos de todo tipo procedentes de distintos lugares del sur de Galicia.
El santuario del Facho fue abandonado sin violencia y nunca más se volvieron a realizar ritos en el lugar.
Todo indica que el culto a Berobreo, tras sufrir un proceso de cristianización, fue absorbido por San Andrés
Vestigios de la Cultura Castreña y Romana...
Durante la ocupación romana de Galicia, lo Morrazo pertenecía al convento Bracarense (con capital en Braga) y la población indígena que habitaba estas tierras entre lo río Lerez y la ría de Vigo estaba incluida en la tribu de los Helleni, nombre que no debe inducir a creer que eran pueblos de colonización griega.
Estos indígenas vivían en poblados llamados castros que eran murallas circulares o elípticas hechas de piedras y tierra en lugares altos, dentro había casas y constituyen los poblados de la época prerromana y romana.
En Cangas destacan os castros de O Castelo en Darbo, Liboreiro en Coiro e o Facho no Hío. Nestes castros* atopouse cerámica da época romana e aras romanas, dedicadas a deuses indíxenas. De todos eles merece especial atención por ser único non só en Galicia senón na Península Ibérica " O Facho en Hío."
En el monte de O Facho, encontramos el Santuario del Dios" Bero Breo ", dios "local" al que se le pedia salud.
De la época romana está la llamada villa Pipín y tres piscinas encontradas en la playa de Pinténs que se dedicaban a la salazón de pescado
El nombre de la villa
El nombre de Cangas aparece por primera vez en la Historia en un documento de 1160, en el que el rey Fernando II dueña a heredad "" de Cangas, situada a orillas del mar, la un tal Varela, presumiblemente un caballero.
O Nacimiento de la Villa..
En la primera mitad del siglo XV, muchos vecinos de las parroquias colindantes de Darbo y Cuero se asientan en el frente marítimo; a cuyo objeto aparecen referencias a que viven i ejercen su oficio de mareantes en el Puerto de Cangas. Su número llegaría a ser superior al de la parroquia de Darbo, articulándose entonces un incipiente núcleo urbano donde destacan dos barrios, O Sinal y O Costal, núcleos primitivos de la villa.
En 1467, y debido al clima de anarquía política y los constantes abusos de la nobleza, Cangas se vino inmersa en una gran revuelta popular y antiseñorial conocida cómo" II Guerra Irmandiña". Fue entonces cuando los sublevados derrocaron la Fortaleza de Darbo, perteneciente a la mitra arzobispal de Santiago.
Nuestra población estorbe a ser citada cómo villa a partir del siglo XVI, cuando se levanta la iglesia que pasaría a ser Colegiata en el 1545. Hoy por hoy se construyen otros importantes edificios como el Hospital, y se configura ya como cabeza de Jurisdicción del Morrazo, dotada de Regimiento (Ayuntamiento), con notarios, escribanos públicos, y jueces nominados polo Arzobispo de Santiago. De él dependería Cangas desde entonces, y en ella cobraba medio diezmo por medio de fieles (inspectores de tributos) propios.
Nuestra población empieza a ser citada cómo villa a partir del siglo XVI, cuando se levanta la iglesia que pasaría a ser Colegiata en el 1545. En ese momento se construyen otros importantes edificios como el Hospital, y se configura ya como cabeza de Jurisdicción del Morrazo, dotada de Regimiento (Ayuntamiento), con notarios, escribanos públicos, y jueces nominados por el Arzobispo de Santiago. De él dependería Cangas desde entonces, y en ella cobraba medio diezmo por medio de fieles (inspectores de tributos) propios.
A comienzos del XVII la próspera economía de Cangas entra en crisis tras la invasión de Piratas "Piratas Berberiscos" en 1617. Poco después aparecen en la villa un gran número de procesos por brujería, entre ellos el de de "María Soliña".
En 1702, los vecinos vieron con pavor como una gigantesca escudería anglo-holandesa se adentra en la ría, persiguiendo a una flota franco-española procedente de América cargada de inmensas riquezas. En prevención, las mayores riquezas habían sido trasladadas a otras villas y lugares próximos, por esta vez Cangas se libró del saqueo.
En cambio, otras poblaciones de la ría (cómo Redondela) fueron objeto de rapiña y pillaxe por parte del enemigo, tras la victoria en la "Batalla de Rande".
La poboación agraria cultivará terras que son de dominio directo de los sectores eclesiástico y noble, que pagará foros por las mismas, que son percibidos por los señores medianeros (hidalgos de segunda fila que aforan tierras a campesinos).
Después de 1750 la actividad industrial de salazón pasa la manos de los fomentadores catalanes que se instalan en Bueu y tienen fábricas en Aldán y Hío.
A comienzos del siglo XX, las salazones comienzan a dejar paso a las fábricas de conserva que llevarán el protagonismo de la actividad industrial, y después de 1939 se instala en Cangas el enorme complejo conservero de Massó que llegará a tener mas de 1000 puesto de trabajo y que entra en crisis en la década de 1980 hasta desaparecer.
Hoy la villa es un casco urbano que depende económiocamente del área de Vigo aunque el sector de servicios es la actividad principal, sigue teniendo importancia el sector pesquero con una importante marinería que pesca en los caladeros de Gran Sol y África.
El futuro está en la apuesta por el Turismo. Hay un elevado desarrollo del sector inmobiliario, porque su clima, playas, deportes náuticos y gastronomía hacen que sea la segunda residencia de numerosos visitantes.
Reseña histórica de la caza de la ballena en Cangas...
La caza industrial de la ballena comienza en la segunda mitad del siglo XIX, con la aparición de dos innovadores técnicas que reactivaron esta actividad, la invención y perfeccionamiento del cañón lanza arpones por el noruego Svend Foyn por un lado y , por otro la propulsión a vapor y el casco metálico de las embarcaciones. Incluso este momento a caza había sido artesanal y no estaba exenta de riesgos.
En esta época son dos las empresas balleneras que actúan en Galicia, la compañía Ballenera española, creada en 1914 una iniciativa de capital Noruego, que no empezó su actividad hasta años mas tarde, debido a la Primera Guerra Mundial.
Va a operar en un primer momento en el área del estrecho de Gibraltar, con técnicos noruegos que asesoran a los españoles. Comenzará su actividad en Galicia en 1924 con la apertura de la factoría de Caneliñas..
La otra empresa era la Sociedad Anónima Corona, con domicilio social en Vigo, que obtiene la su primera autorización para dedicarse la caza de la ballena en diciembre de 1923 a nombre de Don Cipriano Roque de Careaga, y Cortina. Esta empresa esta asociada también la otra de nacionalidad noruega. El año siguiente , en 1924, y antes de que se abriera la factoría de Caneliñas comienza su actividad industrial en el buque factoría Alfonso XIII, que fondea primero en la ensenada de Barra, pero también posteriormente en la ría de Aldán.
Ante estos datos podemos sostener con orgullo que la actividad ballenera industrial en Galicia tuvo el inicio en nuestro Ayuntamiento. Esta empresa utilizó para la caza, barcos de fabricación extranjera, noruegos y británicos, adecuados para su fin, los Corona I, II, III, IV, que abastecían con sus capturas el buque factoría.
En 1927 termina esta primera fase de la explotación industrial de la ballena debido básicamente a factores económicos. La llegada de las guerras Civil y Mundial, supuso que esta actividad hasta muchos años después, una vez superado este episodio bélico. Por lo que se refiere a Galicia, la actividad, se retoma, de nuevo en la restaurada factoría de Caneliñas a cargo de la empresa Industrias Balleneras S.A. (IBSA), que inicia su actividad en 1951, obteniendo el permiso para la caza que irá renovando hasta la llegada de la moratoria. La segunda autorización que se concede en esta época se hace a favor de la factoría de Balea C. B.. Empresa esta en la que participan a partes iguales Massó Hermanos S.A, Barreras e IBSA, y que comienza su actividad en 1955 desde la factoría de Balea en Cangas, aprovechando en sus instalaciones material de la desmantelada factoría de Benzú, actualmente territorio de Marruecos.ns material da desmantelada factoría de Benzú.
Ya en el año 1964 se concede una licencia a Massó Hermanos S.A que va a actuar desde la de Cabo Morás, en la marina Lucense.
Las tres empresas van posteriormente a fusionarse bajo la denominación de IBSA, nombre con el que llegaría all final de su actividad con la entrada en vigor de la moratoria.
La factoría de Cangas iba a permanecer activa treinta años, desde 1955 hasta 1985.
La mejor época para la caza eran los meses de verano y otoño, aprovechando las migraciones de los cetáceos. En el comienzo de la actividad de Salgueirón, la campaña comenzaba en abril, aunque con la reducción de capturasse retrasó hasta e mes de junio. La zona de caza se situaba a unas 40 o 50 millas de la costa, siendo raro la presencia de capturas al este de los nueve grados de longitud oeste. Normalmente salía un barco de la factoría de Cangas y dos de Caneliñas y Cabo Morás respectivamente. La arribada con las capturas se producía con independencia del puerto de origen, en función de la menor distancia de la factoría a tierra, porque en la caza costera era muy importante que la captura se procesase inmediatamente para evitar perdidas en la calidad del producto.
Hace relativamente poco, después del cese de la activad ballenera, varios disteis buques estuvieron fondeados dentro de la dársena del puerto de Cangas, estampa que aún podemos recordar admirando el gran papel fotográfico que se encuentra en la entrada en el edificio del antiguo Ayuntamiento en la Rúa Real.
Fuese como fuese , la actividad ballenera acabó también en Cangas, y del esplendor pasado sólo quedó el oxido que fue cubriendo las viejas instalaciones.
Siglo XV.
La Guerra "Irmandiña" en Cangas
Gorriones contra Halcones ... ...
En 1467, dio comienzo uno de los acontecimientos más significativos de la Historia de Galicia, al que Cangas, desde luego, no fue ajena.
Luego, los abusos y desmanes de la nobleza gallega eran de tal magnitud que habían sumido la todo el Reino en la más completa anarquía. Sus fortalezas se convertíran en un nido de malhechores; los robos y crímenes de toda índole eran moneda común al largo y ancho del país, sustituyendo la orden y la justicia por la ley del más fuerte. Además, el afán desmedido de los señores feudales por engrandecerse y enriquecerse los llevó a usurpar señoríos eclesiásticos y a protagonizar continuos enfrentamientos entre sí.
Todo lo eres terminó por exaspera-los ánimos del campesinado y de las ciudades, que desde 1464 principiaron a solicitar el consentimiento de Rey para formar hermandades que se encargaran de velar por la seguridad y la paz. A partir de este rato, los hechos se precipitaron. El movimiento asociativo, que empezó en los principales núcleos de población, se extendió como un arroyo de pólvora incluso los últimos confines rurales, para desembocar en la formación de la "Santa Hermandad del Reino de Galicia". Sus cargos electos se consideraban delegados regios, y como tales asumieron el poder.
La resolución de los "alcaldes" y diputados "" irmandiños a la hora de aplicar justicia fue implacable: numerosos asesinos y bandoleros fueron ejecutados sumariamente, mediante "asaetamento". Posteriormente, la ira irmandiña se dirigió contra lo máximo símbolo de la opresión feudal: las fortalezas. Un inmenso ejército popular cercó y acabó derrocando no menos de 140 torres y castillos en todo el país, tras lo cual la derrota de los grandes nobles fue completa, huyendo estos a Portugal o Castilla. Entre 1467 y 1469, la Santa Hermandad fue el único gobierno que tuvo Galicia.
En Cangas, el oprobio señorial estaba representado por la fortaleza de Darbo (recreación arriba),, perteneciente desde 1184 al arzobispo de Santiago. Situada en la cumbre del que hoy se conoce como Monte Castelo, consistía básicamente en una cerca o muralla, reforzada con cuatro bastiones, y en su interior se ubicaban dos casas, protegidas a su vez por una empalizada de madera. Aunque constituía una construcción más bien endeble, su emplazamiento la convertía en un punto muy difícil de atacar.
También nuestra villa tuvo su propia "hermandad" con su correspondiente "alcalde", Xoán de Fontefría. Y la saña de los sublevados cangueses recayó sobre lo cercano castillo, al cual acudieron para sitiarlo "todos la una", según decirlo de la época. No sabemos si fue tomado al asalto o si fue entregado pacíficamente lo pones su "meriño" Vasco Fernández. El que sí es seguro es que fue totalmente destruido, y casi con certeza "hasta no dejar piedra sobre piedra", tal y como los irmandiños acostumbraban a hacer. Y aún tendrían tiempo las milicias populares de Cangas para participar en el derrocamiento de otras fortalezas próximas, como la de Soutomaior.
Despois de que los "gorri¡ones" triunfaran sobre los "halcones" durante tres largos años, llegó la hora de que estos últimos se resarcieran. La contraofensiva señorial de 1469 terminó con el desbaratamiento final de las hermandades, pero nada volvería ser el mismo. La derrota militar de 1467 supuso el principio del fin del poder feudal de la aristocracia gallega; su aislamiento social se había hecho patente, y también su total incapacidad para dirigir políticamente el país.
Los decenios próximos traerían consigo un fortalecimiento de la monarquía y de sus instituciones, y Galicia entraría con paso firme en la noticia era de la modernidad.
Siglo XVII
Destrucción de Cangas por los Piratas.
Las Brujas de Cangas y la Inquisición || María Soliña
Entre 1619 y 1628 numerosas mujeres de Cangas fueron juzgadas polo Tribunal del Santo Oficio (Inquisición) por supuesta "brujería". Hoy en día sabemos que aquellas desgraciadas, que acabaron confesando atrocidades a fuerza de espantosos tormentos, fueron en realidad víctimas de una invención de los inquisidores. La caza "de brujas" estuvo directamente provocada por el empobrecimiento general que siguió a la invasión turca de 1617. La pequeña nobleza vio descender sus rentas de manera alarmante, por lo que buscó por todos los medios los recursos necesarios para mantener el su nivel de vida. A Inquisición, integrada casi exclusivamente por miembros de este grupo social, fue un eficaz medio para lograr el su propósito.
El objetivo primordial era arrebatare la ciertas personas sus "derechos de presentación" en capillas y "freguesías". Consistía este derecho en que los sucesores del fundador de una iglesia podían proponer a su titular cuando quedara vacante, y a su vez participar de los beneficios que aquella generara. Para disimular su reprobable propósito, mezclaron algunas que sí los poseían con otras que eran "pobres de solemnidad". Muchas de ellas se encontraban totalmente desamparadas, por haber quedado viuda tras los tristes sucesos de 1617.
Este fue el caso de la más famosa de las supuestas "brujas" de Cangas, o por lo menos la que más trascendió de su tiempo, inmortalizada en cantar cómo lo que dice: "Ay que Soliña quedaste, María, María Soliña". Esta cantiga parece indicarnos que las gentes la recordaron, maís que como maléfica y perniciosa bruja, como una pobre y desgraciadísima mujer, reflejo de todos los sufrimientos del pueblo.
María Soliña, poseedora de derechos de presentación en Aldán y Moaña, entró en las cárceles secretas de la Inquisición en el 1621. Todo el proceso fue dirigido a demostrar que esta inofensiva mujer disfrutaba de poderes demoníacos, capaces de provocar incontables males, y que había entregado su alma al diablo. Pero fueron las propias confesiones de María Soliña, provocadas por el suplicio, las que llegaron a rozar el paroxismo. Aseguró ser bruja desde había más de 20 años, y haber tenido actos nefandos con el demonio durante largo tiempo,el cual se le aparecía en forma de hombre.
Y mientras esto declaraba, María Soliña suplicaba clemencia al Tribunal y proclamaba su arrepentimiento, pues aseguraba que jamás había renegado de corazón de Nuestro Señor, sino sólo de palabra. Todo esto revela la desesperación anímica de esta mujer, como consecuencia de una terrible tortura física y psicológica. El 23 de enero de 1622 llegó por fin la sentencia. Fue condenada con una confiscación de bienes, debiendo portar el hábito penitencial durante medio año. No sabemos se llegó a cumplir toda la pena, pues probablemente su vida no duró mucho más. Las secuelas físicas del tormento no podían dejar de notarse en una mujer de 70 años de edad. Su acta de defunción no fue encontrada aún. Tal vez algún día descubramos donde reposan sus castigados restos.
Otras muchas "brujas" fueron juzgadas durante estos años. Mujeres como Catalina de lana Iglesia, que confesó haber matado a cinco criaturas. O como Elvira Martínez, Teresa Pérez, María de los Santos,...estas pobres infelices merecen el respeto de los héroes anónimos de un pueblo que hubo de sufrir, estoicamente, los abusos y la avaricia infame de unos pocos. Tal vez próximas investigaciones aporten joven luz sobre sus vidas, pero la memoria colectiva las recordará no como magas, sino como lo que realmente fueron, personas de carne y hueso, con todas las sus miserias y grandezas.
María Soliña. (Celso Emilio Ferreiro)
Polos camiños de Cangas
a voz do vento xemía:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
Nos areales de Cangas,
Muros de noite se erguían:
Ai, que soliña quedache,
María Soliña.
As ondas do mar de Cangas
acedos ecos traguían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
As gueivotas sobre Cangas
soños de medo tecían:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
Baixo os tellados de Cangas
anda un terror de agua fría:
ai, que soliña quedache,
María Soliña.
Los turcos destruyen la villa de Cangas
En 1617, tuvieron lugar los hechos más dramáticos que conoció Cangas al largo de su dilatada Historia. Un 4 de diciembre, los habitantes de la ría de Vigo veían espantados cómo once buques corsarios turco-berberiscos fondeaban en las islas Cíes. Sus propósitos no podían ser más sanguinolentos: causar el mayor destrozo posible en las posesiones de la Corona Española, y practicar la rapiña y la pillaje.
Aún trataron nuevamente los piratas de apoderarse de Vigo, infructuosamente, antes de dirigir sus proas contra Cangas, que entonces era una humilde villa de pescadores, totalmente desprotegida. La escasísima milicia no disponía de recinto fortificado alguno en el que resistir, ni tampoco de artillería. La primeras horas de la mañana, tras uno intenso bombardeo, unos 1.000 hombres desembarcaron en Rodeira y en la Punta de Balea, ante las aterrorizadas gentes del lugar. A las mermadas tropas se unieron numerosos vecinos mal armados, protagonizando una lucha desesperada, en abrumadora inferioridad numérica. El mayor heroísmo de aquellos hombres y mujeres estuvo en que fue el sentido de la honra lo que les impidió abandonar los sus hogares ante lo invasor, pues en tales condiciones era impensablela victoria.
A las pocas horas, los que consiguieron huir a los montes cercanos pudieron contemplar un espectáculo espantoso: la villa ardía por los cuatro costados, incluida la Colegiata y el Hospital, y docenas de cadáveres sembraban las calles. Aún se dedicaron los turcos a saquea-los aledaños durante tres días (en los que quemaron también la iglesia de Darbo) antes de desaparecer con su rastro de muerte. Con ellos llevaron un gran botín, pero también a decenas de personas cara el cautiverio de Argelia
El pueblo de Cangas tardó mucho tiempo en recuperarse de aquel desastre. Su población quedó dezmada; su economía, estropeada. Un joven azote, la hambre, se cebó con los más desfavorecidos, lo que se vería agravado por las malas cosechas durante los años próximos.
Aquellos terribles sucesos dejaron en la memoria colectiva de Cangas hondas cicatrices de dolor y de miedo, que al final quedaron inmortalizadas por la tradición oral. ES el caso de un famoso poema anónimo de la época, que nos dice en una de sus estrofas:
"…Viñeron os mouros arrenegados,
lá de moi lonxe, lonxe, lonxe.
Todo arrasaron e estaba el
Ala para moi lonxe, lonxe, lonxe,
¡Quen fora galgo,
quen fora paxaro,
quen fora vento!
La batalla de rende , 1702
En 1702, nuestras costas fueron escenario de uno de los más cruentos combates navales que recuerda la Historia de Europa. Por aquel entonces, el continente se debatía en un conflicto de grandes dimensiones, en el que estaba en juego a sucesión a la Corona de España.
La posibilidad de que Felipe de Anjou, nieto del Rei Sol, accediera al trono español, provocó la enérgica reacción de las demás potencias, temerosas de ver unidos el poderío militar y económico francés con el inmenso potencial del Imperio colonial español. El 11 de junio de este incluso año zarpaba de Lana Habana, rumbo a Cádiz, la Frota de Indias: 19 galeones españoles, escoltados por 22 buques franceses, transportaban el más valioso cargamento que jamás había cruzado el Atlántico. Pero mediada la travesía, descubrieron que una poderosísima escudería anglo-holandesa los estaba aguardando en el Cabo Sano Vicente. Así que el almirante Manuel de Velasco, siguiendo los consejos de un piloto gallego, pujo rumbo a la ría de Vigo, en la que entraron el 22 de septiembre. El convoy buscó refugio en la Ensenada de Sano Simón, comenzando inmediatamente los preparativos para la defensa: el paso de Rande fue obstruido por una barrera de toros, cables y pequeñas embarcaciones, al tiempo que se reclutaban apresuradamente milicias para reforzar los dos pequeños fuertes existentes la cada lado del estrecho. Paralelamente, 1.200 carros del país fueron requisados para transportar las mercancías a Madrid.
Un mes fue exactamente el tiempo que tardó Rooke en descubrir el paradero de la Frota de la Plata, y el 22 de octubre entraba en la ría a escudería más grande que por aquí se hubiera visto. El primero cometido de los anglo-holandeses era tomar los castillos de Rande y Corveiro, lo que lograron el día siguiente sin grandes dificultades. Entonces, comenzó la gran batalla. La artillería francesa consiguió contener al contrincante nos primeros envites. Así fue hasta que el "Torbay", buque insignia británico, y armado con picos, logró romper la barrera que impedía el paso del estrecho. La frota rival pudo ya penetrar en el hondo de la ría, donde la falla de espacio para las maniobras no dejó otro recurso que el abordaje. La encarnizada lucha cuerpo a cuerpo se combinó con el uso de numerosos materiales incendiarios, provocando un espectáculo dantesco y espantoso. La diferencia numérica entre una escudería y otra era muy grande, y aunque los franceses se batieron valerosamente, la derrota se hizo inevitable. Fue entonces cuando el comandante de la frota mercante española, que carecía de medios de defensa, ordenó hundir los buques para evitar que cayesen en manos enemigas. Mucho se ha especulado sobre la posibilidad de que los galeones españoles si fueran a pique cargados de incontables riquezas, cimentando así la leyenda del "Tesoro de Rande".
Incluso el día de hoy, fueron numerosas las expediciones que lo buscaron. ES probable que la parte más valiosa del cargamento tuviera partido ya hacia Meseta, durante lo largo mes que estuvo la frota en la ría. Sin embargo, no se pode descartar que una parte importante permaneciera aún en las bodegas de las naves. Eso parecen indicar los cuatro millones de pesos que llevó el enemigo, y que junto con los siete buques de guerra capturados y seis galeones, constituyeron un considerable botín.
El que sí está a excepción de toda duda es que la batalla de Rande fue una carnicería. Del bando franco-español cayeron 2.000 hombres, mientras que los muertos ingleses y holandeses fueron unos 800. También claro está que fue un desastre para los derrotados. Los franceses perdieron sus mejores buques de guerra, y los españoles se quedaron sin barcos para hacer la carrera de Indias. Y mientras nuestro país procuró olvidar enseguida tan amarga derrota (al que contribuyó no poco el relativo éxito en el balance total de la guerra, que permitió la consolidación de los Borbones en el trono), la victoria de Inglaterra y Holanda consiguió enorme difusión en toda Europa, y fue celebrada durante largo tiempo. La “Callede Vigo", en pleno centro londinense, sigue a recordar a los británicos la gran trascendencia que este hecho de armas tuvo, al igual que Julio Verne inmortalizo los tesoros de Rande en su novela "20.000 leguas de viaje submarino.