Conjunto Monumental de Hio - Crucero de Hio - CANGAS

Por la carretera de Cangas a Bueu, antes de llegar a Aldán, nos desviamos a la izquierda por un cruce que pone Hio, y seguimos las indicaciones de la iglesia de "O Hío".

San Andrés de Hío es una iglesia muy interesante por su antigüedad. 
La iglesia es un compendio de muchos y variados estilos resultado de las alteraciones y modificaciones que ha sufrido a lo largo de su historia. Del Románico mantiene la decoración de la fachada, los canecillos del tejado y su planta de cruz latina. El interior presenta bóvedas de arista góticas combinadas con las barrocasde casetones –en el crucero y capilla mayor- que nos recuerdan a San Martín Pinario en Santiago de Compostela

Su origen románico puede descubrirse todavía hoy en su  portada. Presenta una estructura abocinada que se acentúa mediante dos arquivoltas de medio punto de doble bocel apoyadas en una imposta. Los capiteles son de decoración vegetal excepto uno con talla de lazos. Los fustes de las columnas son lisos, con basas toscanas. La arquivolta exterior, que cierra el conjunto, tiene forma de banda de pequeños boceles con decoración de billetes en arista

El tímpano centra todo nuestro interés teniendo en cuenta el motivo representado: la X de Xristus. A ambos lados de esta,  figuras de niños sosteniendo un libro o instrumentos.

Los motivos de los canecillos son idénticos a los de Santa María de Cela.

La Iglesia de Hío es importantísima por su famoso cruceiro, obra del maestro Cerviño. El cruceiro, como señala Hipólito de San Bravo, es un poema de teología escrito en piedra.

Es, quizá, el cruceiro más importante de los que se conservan en Galicia. La originalidad y grandeza de la obra es patente para el visitante.
De finales del siglo XIX (1872), la escultura es marcadamente barroca por el aire teatral que le imprime a sus conjuntos el autor

Estamos, sin ninguna duda, ante el monumento popular más importante de toda Galicia. Fue hecho por el maestro Cerviño y su fecha de construcción la sabemos gracias al angelito que está en lo alto de una columna a su lado. En el pergamino que lleva en la mano se puede leer: “Limosnas para el santísimo Cristo de la Luz 1872”. Esta fue la fecha en la que se inauguró el Cruceiro, para conmemorar la festividad del Cristo.

El Cruceiro arranca del suelo con una escalera octogonal de tres peldaños, a la que le sigue un ara sobre la que se asienta la estructura principal de la obra, compuesta por basa, fuste y cruz. Cada una de estas realizada en una sola pieza.

La basa está formada por cuatro hornacinas orientadas a los puntos cardinales. La de la cara sur nos muestra a Eva en el momento de ser tentada con la manzana por la serpiente. En este caso se puede hacer una lectura como de principio y fin, ya que si el cruceiro comienza con el Pecado Original, acaba, en lo más alto, con la redención de éste, por medio de la muerte en la cruz del hijo de Dios. La hornacina que da al oeste forma conjunto con la anterior y representa a Adán en el Paraíso. A continuación se nos muestra la escena de cuando Jesús, después de haber muerto en la cruz, va al limbo a buscar a los Justos para conducirlos al Cielo. En este punto tenemos que prestar atención a la forma en como están cinceladas las puertas del Limbo. Mirando hacia la iglesia está la cuarta hornacina que nos muestra a la Virgen del Carmen como redentora de las Almas del Purgatorio. Si nos fijamos, la figura a la que le extiende la mano tiene un birrete de cura.

El fuste en su parte más baja tiene una inscripción en la que se imagina un nombre, que bien pudiera ser el del Arzobispo de Santiago, y bajo éste unas letras que rezan lo siguiente: “concedió cien días de indulgencia” y es que el Arzobispo de la época concedió cien días de indulgencia leve a toda aquella persona que rezase un credo delante del Cruceiro. Subiendo por la columna, nos encontramos a Adán y Eva en el momento de ser expulsados del paraíso. Es aconsejable ver estas imágenes de perfil, ya que están unidas a la columna únicamente por los pies, de esta forma nos percataremos de lo bien que están tallados los cuerpos de ambas figuras. Encima del conjunto anterior está la Virgen Inmaculada derrotando a la serpiente, que encarna el mal. Dicha advocación está representada con sus símbolos habituales hechos en este caso de metal (plomo): una media luna a los pies y una corona con doce estrellas en la cabeza. En la parte alta vemos al Arcángel Rafael cogiendo a un niño de la mano, que representa la inocencia que es salvada del Mal y por otro lado está el Arcángel Miguel que, como es habitual, se le simboliza luchando contra el Diablo. Por último, debajo de la ménsula que sostiene el conjunto final, se encuentran los cuatro ángeles que sostienen la ciudad sagrada de Jerusalén.

En lo más alto del cruceiro se escenifica el desenclavo de Cristo. Esta es la parte más importante del conjunto. Hay que destacar como fue vaciada aquella única roca de granito traída de la zona de Liméns. Es importante que uno se pare a contemplar los detalles de las vestiduras y las proporciones de los cuerpos, pero lo primordial es la expresión que el autor consiguió dar a las figuras. Haciendo una descripción de la escena, vemos que Jesús está siendo bajado de la cruz por José de Arimatea y por Nicodemo. Abajo San Juan lo agarra de los pies, mientras la Magdalena se echa las manos a la cabeza y la Virgen María se arrodilla mirando hacia sus manos, que suponemos, aguantaban la corona de espinas. La escena se completa con dos querubines que sostienen los clavos (el de la derecha) y el INRI (el de la izquierda).